viernes, 23 de mayo de 2008

La Academia Española ante el poder de los hablantes

Extracto de un artículo de Manuel Seco acerca de la historia de la Real Academia y sus funciones.

Para el hablante español medio, la autoridad máxima, algo así como el tribunal supremo del idioma, es la Real Academia Española. Esta institución oficial nació, en 1713, con un carácter exclusivamente técnico (diferente del de hoy, que es en gran parte honorífico) y con una finalidad muy definida, que está de manifiesto en su lema: Limpia, fija y da esplendor.

Es decir, su misión era, basándose en el uso de los mejores escritores, establecer una forma precisa y bella de la lengua, exenta de impurezas y elementos superfluos. Con tal objetivo, compuso la Academia su célebre Diccionario en seis volúmenes llamado "de Autoridades" (1726-1739), y más tarde su Ortografía (1741) y su Gramática (1771). La autoridad que desde un principio se atribuyó oficialmente a la Academia en materia de lengua, unida a la alta calidad de la primera de sus obras, hizo que se implantase en muchos hablantes -españoles y americanos-, hasta hoy, la idea de que la Academia "dictamina" lo que debe y lo que no debe decirse. Incluso entre personas cultas es frecuente oír que tal o cual palabra "no está admitida" por la Academia y que por lo tanto "no es correcta" o "no existe".

En esta actitud respecto a la Academia hay un error fundamental, el de considerar que alguien -sea una persona o una corporación- tiene autoridad para legislar sobre la lengua. La lengua es de la comunidad que la habla, y es lo que esta comunidad acepta lo que de verdad "existe", y es lo que el uso da por bueno lo único que en definitiva "es correcto".

La propia Academia, cuando quiso imponer una determinada forma de lengua, no lo hizo a su capricho, sino presentando el uso de los buenos escritores. La validez de un diccionario o de una gramática en cuanto autoridades depende exclusivamente de la fidelidad con que se ajusten a la realidad de la lengua culta común; ninguna de tales obras ha de decirnos cómo debe ser la lengua, sino cómo es, y por tanto su finalidad es puramente informativa. Se puede buscar en ellas orientación, no preceptos.

La actitud de reverencia ciega a la Academia, unida a la adhesión literal a uno de los principios de fundación de ésta, da lugar a la posición purista, que rechaza cualquier palabra nueva por ser extranjera o simplemente por ser nueva. El punto de partida de esta postura es el de suponer que una lengua es una realidad fija, inmutable, perfecta; ignorando que tiene que cambiar al paso que cambia la sociedad que la habla, y que, al ser un instrumento al servicio de los hablantes, éstos la van adaptando siempre a la medida de sus necesidades.

Pero no debe confundirse el purismo, tradicionalista y cerrado, desdeñable por absurdo, con una conciencia lingüística en los hablantes -realista y crítica a la vez- que con sentido práctico sepa preferir, entre las varias formas nuevas que en cada momento se insinúan, las más adecuadas a los moldes del idioma, y que, reconociendo la necesidad de adoptar extranjerismos, sepa acomodarlos a estos mismos moldes. El desarrollo de tal conciencia lingüística sería uno de los mejores logros de una buena enseñanza de la lengua.

Si la lengua es de todos; si nadie, ni Academia ni gramáticos, la gobiernan ¿cómo se mantiene su unidad? Ya hemos dicho que el instinto general de conservar el medio de comunicación con los demás, necesidad de toda sociedad, es lo que frena y contrarresta la tendencia natural a la diversidad en el hablar. Este instinto es el que establece las normas que rigen en cada comunidad.

Aunque es indudable la existencia de una norma en la lengua, también es innegable que no existe "una" norma. La supernorma, la norma general, es, desde luego, la lengua culta escrita, que presenta una clara uniformidad básica en todo el mundo hispanohablante; pero el uso cotidiano se fragmenta en normas menores, variables según la geografía y según los niveles, que, sin romper la unidad general del idioma,, ofrecen a menudo matices muy peculiares. A esta variedad de normas, y no sólo a una dogmática norma unitaria, debe atender una enseñanza realista de la lengua, en beneficio de los hablantes y de la propia lengua.


(www.elcastellano.org)

jueves, 22 de mayo de 2008

¿Castellano o Euskera?

Una noticia acerca de la actual situación del castellano en el País Vasco.


Publicado en ABC por Francisco Rodríguez Adrados

EL EUSKERA, AHORA TOCA

"En esa especie de turno de acoso a la lengua española, los políticos vascos aprietan ahora los tornillos del euskera (o vasco, palabra indoeuropea, «los de las alturas»). Parece que les toca. Legislación impositiva, obligatoriedades en la enseñanza, confusión, presiones a los padres, propaganda. «Cuotas». Todo para expulsar al español de la enseñanza y de la administración, de todo. Desgraciados sus hablantes, que allí lo son todos. Y es su lengua de cultura, la segunda lengua internacional del mundo, la que permite entenderse entre sí a todos. Los gobiernos de España miran a otro lado. El artículo 3 de la Constitución (obligación de conocer el castellano y derecho a usarlo), queda puenteado.

El Sr. Ibarreche, que no ganó las elecciones (nunca los nacionalistas las ganaron en ninguna parte) y es el héroe de una autodeterminación ilegal, lanza leyes educativas que imponen, casi, la enseñanza en euskera. El que no la quiera, que se vaya a los «centros especiales» (casi dan ganas). Todos, a someterse a imposiciones y cuotas. Y a sufrir un gran dolor de cabeza. Eso leo. Nos gustaría saber cuál es la razón de esas imposiciones.

¿Motivos históricos? ¿Necesidades sociales? ¿Utilidad para la comunicación? ¿Exigencia del pueblo? Yo diría que no.
Normalmente se echa mano de la historia: se trata de la lengua del pueblo vasco, símbolo de su soberanía, de poner fin a la supuesta opresión. Veamos. El euskera nos es presentado con un halo de Antigüedad que, según algunos, llegaba a Adán y Eva, Hugo Schuhardt la rebajaba a los iberos. Pues tampoco, nadie lo cree ya. Pero es parte del mito de los independentistas desde en torno al 1900.

Los lingüistas somos hoy más pragmáticos. El euskera es, sí, una lengua no indoeuropea, pero no hay datos seguros de parentesco con otras lenguas ni de su exacta antigüedad. Sin duda es una lengua de inmigrantes seminómadas, semiagricultores que vinieron del Este, de la llanura rusa o el Cáucaso o más allá en oleadas sucesivas desde en quinto milenio a. C.: como los indoeuropeos y los finougrios (de donde el finés y el húngaro). Todos, sus antepasados y los de nosotros los indoeuropeos, más o menos iguales en cultura y antigüedad. Más tarde llegaron desde Asia pueblos como los hunos, después los altaicos (de donde los búlgaros no indoeuropeos y el turco), luego los tártaros y otros. Asia es una vasta matriz de pueblos, desde ella fue poblada Europa en las fechas indicadas, de los anteriores europeos nada tenemos sino sus huesos. Nada de sus lenguas.

Los vascos son captables por nosotros, históricamente, por fuentes griegas y romanas desde en torno al cambio de era (Estrabón, Plinio), en la región de Hispania que sabemos. Pero apenas existen topónimos euskéricos en esa zona, casi todos son indoeuropeos, celtas, ibéricos o latinos. Hay estudios recientes. A juzgar por topónimos y antropónimos antiguos, los vascos llegaron primero a Aquitania, donde los celtas, hacia el 800 o el 500 a. C., los arrinconaron junto al mar. Sólo luego, como tantos pueblos, bajaron hacia el Sur. Seguramente hacia el siglo I antes de Cristo llegaron a su ángulo de Hispania, algo se expandieron luego en la Edad Media. Esto es lo que creen hoy los más de los lingüistas. Y los genetistas nos dicen que sus genes no difieren sustancialmente de los de sus vecinos.

Esto es lo que puede suponerse sobre los vascos en el S.O. de las Galias y su región de España: eran un pueblo y una lengua llegados del Este junto con tantos otros pueblos, rodeados aquí por indoeuropeos varios, celtas y romanos. No mitifiquemos. El origen y la historia del euskera son, en Europa, paralelos a los de tantas lenguas, las indoeuropeas entre ellas. Lo más original es que sobrevivieron dentro de ese entorno. Trajano prefirió dejarles tranquilos, estaban a trasmano, se fue a los dacios y los nabateos. Y ellos se defendieron de los godos. Eso sí, absorbían palabras del celta, del latín (y el Cristianismo), luego del castellano. Para decir «paz», «chistu», «cerro», «pozo», «pecado», «seda», «cardar», «yunque», «cruz», «cuerpo», «tiempo», «cielo» tuvieron que acudir al latín; para «independencia», «aeropuerto», al castellano. No es un desdoro. Era un pueblo iliterato en cuya lengua influían las lenguas de cultura vecinas. Del euskera sabemos palabras sueltas desde el siglo X, algunas desde antes, en inscripciones latinas tardías. Y nombres de lugar y de persona, rarísimos en Hispania. Textos escritos no los hay hasta el siglo XVI y pocos: traducciones del latín, refranes, sentencias, literatura popular. Era una suma de dialectos para uso interno, oral, campesino y marinero. Todos o casi todos, a partir de un momento, hablaban (y escribían) en español y francés, lenguas cultas y escritas desde la Edad Media, el siglo XI, al menos.

Y nunca fueron los vascos una nación en sentido político: eran tribus que nunca llegaron a constituir un reino, se integraron en el de Castilla. Al lado de los castellanos luchó en las Navas de Tolosa, en 1212, el señor de Vizcaya, López de Haro. Como súbditos de Carlos V, de Felipe II y los demás, fueron los vascos a América. Hicieron grandes hazañas como navegantes y conquistadores. ¿Quién no ha oído de Elcano, de Legazpi, de Urdaneta, de los demás? Eran admirables. Igual el Obispo Zumárraga de México y los que dejaron espléndida descendencia en toda América. ¿Y la lengua? El castellano era la de todos. El vasco (o euskera o euscaldún o vizcaíno...), dividido en dialectos, era algo local y familiar. Zumárraga añadía a sus cartas latinas unas frases en vasco.

Era y ha seguido siendo una lengua, oral sobre todo, campesina y marinera. Nadie se oponía a que la hablaran los que la habían mamado y los que quisieran, pero la lengua de cultura y relación amplia era el castellano. Esto ha sido el vasco, hasta ayer, como quien dice. Y una nación vasca en sentido político con una lengua culta, escrita, lengua de todos, nunca ha existido. Trabajosamente ahora han hecho una lengua unificada y tratan de convertirla en lengua general de comunicación y de imponerla como sea. Que no presenten esa política como la reconstrucción de un pasado. No están recreando nada. Están, miméticamente, inventando, imponiendo algo.

Y aquella lengua a la que quieren arrinconar es su lengua de comunicación y de cultura, la de su historia y sociedad. Aíslan al País Vasco, lo dejan, si es que pueden, prácticamente, en un vacío. Imponen lo minoritario, arrinconan lo verdaderamente vivo. Pequeñas minorías politizadas, incultas, interesadas, se han apoderado del campo y a una lengua entrañable, que los políticos apenas conocían, la convierten en un arma. Y el caso es que no vale ni como lengua general ni para comunicarse con el mundo. Por muchos tesoros científicos que guarde para los lingüistas. Tratan de expulsar al español, una lengua útil para todos. De convertir una región próspera en un aislado fondo de saco. De hacer difícil la cultura y la vida. Atormentan al niño con una lengua que difícilmente aprenderá, ni le interesa las más veces, y que le ocupa el espacio mental que necesita paraotras cosas.

En fin, un mito impuesto trae una inquisición: los grandes vascos de otro tiempo no son ya ni mencionados. Ni los grandes vascos modernos que escribían, ¡cómo no!, en español. Unamuno, Baroja, Julio Caro, un larguísimo etc... Sr. Ibarreche, deje vivir a la gente. Y contra el euskera nada tenemos, al contrario. Déjelo para sus hablantes. Imponerlo forzadamente a los demás, ignorando los hechos, no es de recibo. Con esa política pierden todos. Dejen los mitos y la intolerancia. Y el Gobierno español debe cumplir su papel propio."

miércoles, 7 de mayo de 2008

Curiosidades del Castellano

Palabras que deben pronunciarse con -li-

Hace poco cierta joven habló de un "utensiyo." (¿Será la única?) Esto es natural y perdonable por parecer un diminutivo en -illo, dándole la pronunciación normal del castellano rioplatense. A lo mejor está por transformarse por proceso natural en un genuino diminutivo de facto. Se citan a continuación algunas palabras que deberían pronunciarse -lio/a/e, etc., en general obvias:
cilia; afilio/a/e; auxilio/a/e; exilio/a/e; (re)concilio/a/e; berilio; utensilio; familia; vigilia;
Otras palabras con -lio/a/e que difícilmente se pronunciarían -yo/a/e: alio/a/e; palio/a/e; salio/a; galio; talio; ganglio; amplio; da(h)lia; tantalio; castalia (fuente de musas); parafernalia; (peri)helio; afelio; epitelio; camelia; eutrapelia; contumelia; eolio/a; embolia; magnolia; óleo; polio; folio; solio [trono]; escolio; petróleo; capitolio; portafolio(s); abulia; cerúleo/a; tertulia; galeón; talión; camaleón; rebelión; balear; ralear; pelear; golear; solear(se); espoliar; espolear; moliendo/a; valiendo; saliendo; soliendo; puliendo; valiente; caliente; saliente; emoliente; valioso/a; galeota; escoliosis; Italia; Australia; Cornelio/a; Ofelia; Amelia; Aurelio/a; Carelia; Cordelia; Morelia; Rumelia; Cecilio/a; Duilio; Atilio; Antilia; Basilio; Marsilio; Virgilio; Sicilia; Pompilio; Podolia; Mongolia; Anatolia; Julio/a; Tulio; Apulia; Julián/a; Pantaleón; Napoleón; mendeliano/a; hegeliano/a; froebeliano/a; Emiliano; Maximiliano; Eliana; Liliana; Baleares; Julieta;
* * *
Todos estos temas surgieron como resultado de compilar un diccionario de rimas, que en algún momento seguramente habrá de editarse. Uno termina jugando con palabras, así que van algunas breves listas (incompletas) de distintas curiosidades. Por ejemplo:



- Palabras capicúa: somos; sedes; seques; ceses; seres; Ceres; debed; sacás; salas; sotos; solos; rayar; rallar; radar; rajar; rapar; rever; rotor; sanás; nadan; narran; sus; yatay; ata; el... ama, asa, ala ...le; ara; acá; allá; efe; ele; eme; ene; ere; erre; ese; el... ojo, oro, oso ...le; anilina; orejero; arenera; arañara; abanaba; avalaba; a la sala; se la(s) sales; esa base; eso goce; o laválo; sometemos; asomáramos a; acá saca; a que seca; acurruca; a mi lima; la teme tal; la mete mal; echála, che; eche leche; a Somoza; eso lo sé; esa base; ése bese; ése vese; asomamos a, asomemos a; a su musa; a su rusa; o su buzo; o su ruso; a mi rima; o me temo; (reconocer); erigiré...
De hecho hay quienes se dedican a inventar palíndromos. ("Dábale arroz a la zorra el abad", "A man, a plan, a canal... Panama!") Ignoro quiénes fueron sus autores. ¿Para qué sirven? Para pasar el rato. Muchas veces captan más el ojo que el oído. (Y es por eso que hay que declarar que son palíndromos)


- Palabras con y sin h:(h)ay; (h)as-haz; (h)ato; haces-ases; harpa=arpa; harmonía=armonía; (h)ato; (h)asta; (h)arca; (h)ala; (h)amo; (h)aya; (h)ala; (h)aras; (h)abano; (h)atajo; al(h)ambra; (h)ablando; (h)errar; (h)echo/a; des(h)echo/a; en(h)ebro; (h)izo; (h)ice; Inca-hinca; (h)orca; (h)osco/a; (h)orno; (h)ola; (h)ora; (h)orado; (h)ojear; (h)onda; (h)uno/a; (h)uso;

-Pares de palabras con c (o z) y s: cien-sien; azar-asar; haciendo-asiendo, hacía-asía, hace-ase; azada-asada; sapo-zapo; bazo-baso; baza-basa; taza-tasa; cazo-caso; laso-lazo; caza-casa; maza-masa; raza-rasa; saga-zaga; braza-brasa; bazar-basar; asada-azada; cace-case; bracero-brasero; pace(n)-pase(n); paces-pases; faces-fases; cauce-cause; dance-danse; trance-transe; cedo-sedo; ceda-seda; cede-sede; ciego/a-siego/a; cepa-sepa; ciento-siento; ceca-seca; zueco-sueco; ceno-seno; cierra-sierra; bezo-beso; ceso-seso; peces-peses; meces-meses; reces-reses; vence-vense; cito/a-sito/a; cima-sima (¡éstas dos tienen significados opuestos!); liso-lizo; liza-lisa; riza-risa; vos-voz; loza-losa; roza-rosa; reboso/a/e-rebozo/a/ce; coces-coses; cocer-coser; pozo-poso; voceo-voseo; poceo-poseo; cesión-sesión; cusco-Cuzco; zumo-sumo; capás-capaz; verás-veraz; mordás-mordaz; raés-rahez; salás-salaz; asás- asaz; vivás-vivaz; zorra-sorra; montarás-montaraz; vejés-vejez; doblés-doblez; estrechés-estrechez; esquivés-esquivez; invalidés-invalidez; liquidés-liquidez; servís-cerviz; vos-voz, etc.

Otros parónimos: callado-cayado; acervo-acerbo; bazo-vaso; bese(s)-vese-veces; bote-vote; boto-voto; bota-vota; bate-vate; beta-veta; barita-varita; bises-vices; savia-sabia; deshizo-deciso; injerir-ingerir; rollo-royo (de "roer"); gravar-grabar; kilo-quilo; payar-pallar; vello-bello; revelo/a/e-rebelo/a/e; cayo-callo; maya-malla; rayo/a-rallo/a; baya-vaya-valla; vario-bario; haya-halla-aya; yanto-llanto; yanta-llanta; valido/balido; bienes-vienes; ribera-rivera; cavo-cabo; tuvo-tubo; tuyo-tullo;

Pares de sustantivos terminados en o y a(y algunos en -e) con distintos significados: A veces son del mismo origen, vgr. modo/a, pero los significados se han distanciado. Se incluye palabras lunfardas.
pago/a; alto/a; [zapallo:] anco/a; arco/a; aro/a; pavo/a; rabo/a; zambo/a; hado/a; nado/a; bando/a; tango/a; mango/a; papo/a; capo/a; dato/a; pato/a; plato/a; rato/a; trato/a; llanto/a; cuarto/a; pasto/a; tranco/a; banco/a; marco/a; cacho/a; tacho/a; tallo/a; [mazo:] mallo/a; rayo/a/e; fallo/a; galo/a; palo/a; ramo/a; tramo/a; palmo/a; cuadro/a; rastro/a; barro/a; bajo/a; bazo/a; paso/a/e; caso/a; cazo/a; mazo/a; brazo/a; caballo/a; ruedo/a; deudo/a; veto/a; feto/a; [cerco:] seto/a [hongo]; vento/a; cuento/a; puerto/a; puesto/a; resto/a; gesto/a; cuenco/a; velo/a; telo/a/e; suelo/a; (seno/ cena/ Sena): perno/a [#molusco]; pero/a; cero/a; peso/a; ribero/a; yerro/a; tejo/a; [aguijón:] rejo/a; [niebla:] cejo/a; acero/a; carrero/a; cantero/a; cartero/a; mareo/a; centeno/a; correo/a; timbo/a; mito/a; quinto/a; cinto/a; dicho/a; grillo/a; orillo/a; rodillo/a; filo/a; siglo/a; limo/a; tiro/a; viso/a; lizo/a; oro/a; (ojo/ hoja); bombo/a; combo/a; codo/a; modo/a; fondo/a; copo/a; trompo/a; coto/a; moto/a/e; soto/a; monto/a/e; costo/a; toco/a/que; coco/a/que; moco/a; pollo/a; bolo/a; tomo/a; lomo/a; bromo/a; aromo/a; moro/a; porro/a; morro/a; cotorro/a; tubo/a; cubo/a; tumbo/a; rumbo/a; grupo/a; punto/a; cuño/a; rótulo/a; garrapato/a; etc.
Otras duplas tienen prácticamente el mismo significado: canto/e; manto/a; llamado/a; canasto/a; huerto/a; cerco/a; cesto/a; costos/as; gorro/a;

Pares en o/e, a/e: carreta/e; parca/que; charco/que; chasco/qui; [borde:] canto/e; parto/e; trasto/e; [palangana:] bacha/e; seda/e; pesto/e; poso/e; gozo=goce; mata/e; loto/e; bota/e; gajo/e [pago]; moto/a/e; posta/e; bleca [lf. cable]/que; Checa, Cheka [policía secreta de la URSS]/checa/que;

Palabras femeninas en -o: radio; mano; nao; seo; lírico; foto; moto; soprano; contralto; mezzo; "combo," (plb. juvenil, igual que:) promo(ción); Amparo; Consuelo; Cartago; Nueva Chicago...

Palabras negativas: adjetivos en su mayoría, que comienzan con la partícula in- (im-, i-, etc.) en su sentido privativo, o sea que son opuestos del adjetivo original. Pero el mismo no existe, al menos en la misma forma:
inhóspito/a (no existe hóspito); informe; incólume; impertérrito/a; ignorante, ignaro/a; imbécil; implacable; impudente; inane; imberbe; inerme; indemne; inconsútil; incoloro/a; inefable; incuria [descuido]; indigente; indigesto/a [digesto existe, pero es sustantivo]; individual; indolente; insolente; inerte, inercia; inedia; inepcia; inenarrable; infante; infortunio; infundio; inicuo/a; injuria; inocuo/a; inodoro; inocente; inopia; insulso/a; insania; insecto; inusitado/a...

Palabras introducidas por se- y es-: (se: partíc. lat. = "aparte," "sin") secreto; sedición; secesión; seducir; selecto; separar; sepelio; sepultar. Es- en muchos casos encabeza plbs. que en otros idiomas empiezan con sp-, st-, sk-, inadmisibles en posición inicial para el castellano (y tb. francés). Así: espera [L. sper-], estar [L. stare], escuela [L. scola, del G. sjolé.] Pero en otros casos esta partíc. representa el L. ex, fuera de, saliendo de. Aquí va una selección: escapar [seg. dicen, viene de la táctica de los soldados romanos de zafarse de sus captores, en caso de ser tomados prisioneros, librándose de sus capas. Así: ex+capa]; escardar [quitar cardos y otros yuyos]; escampar [despejarse las nubes]; esclusa [L. exclusa, sclusa, misma plb. que exclúdere, excluir]; escocer [L. excóquere, evaporar hirviendo, secar]; escoger [L. ex +collígere, recolectar]; escuadra [L. ex+quadr-]. Y unas pocas más: escurrir [L. ex-cúrrere, correr afuera]; espirar (=exhalar) [seg. diccs. del L. spirare, respirar. S/e tiene más sentido que provenga de e(x) + spirare, respirar para afuera. Muchas veces ex latino se acortaba a e a secas]. Estirar: la plb. tirar (en ambos sentidos) es de orig. desconocido. No existía en latín, igual que tantas más llegadas a los diversos idiomas romances no sólo del alemán— o el godo en el caso del español— sino del sustrato celta al que se impuso el latín, pero que no por eso desapareció. Otras vinieron de Oriente, y otras más seguramente fueron inventos extemporáneos, acaso pieza, pedazo, que recién apareció en el latín tardío o medieval. ¿De dónde salen pequeño, it. píccolo, F petit? En gaélico beag bek, genitivo big bik significan "pequeño." Es curioso que en I big signifique justo lo contrario: "grande." En general las plbs como *piqui, *chiqui, o el mapuche pichi, como en Pichileufú, pequeña corriente, etc. dan una idea de pequeñez. Tb el guaraní miní, como en Paraná miní. El L. parvus, pequeño, en cambio, da una idea de enormidad, igual que magnus, o el guaraní guazú. Paraná Guazú, gran Paraná; Iguazú, Gran Agua— una guasa, señora agua. (Es notable el parecido entre guaraní ö, agua, y francés eau: formaciones evidentemente independientes.) Por último estremecer [L ex + trémere, temblar.]
Esconder, en cambio, viene de L. abscóndere, quitar de vista, guardar, de abs (adv. alejarse = A. ab, weg, I. away) + con + dare (dar). De orden distinto es estimar [L. aestimare.] ¿Tendrá relac. c/ L. aes, cobre, bronce, metal, dinero? S/e, esto deja sin explicar el resto de la plb, ya que no existe una plb. latina *timare que se conozca— como mucho, el G. timao, honro. En el caso de español, que en muchos idiomas se pronuncia sin la e (I. Spanish, A. spanisch, gaélico Spàinteach, it. spagnuolo, pero F. espagnol, ru. ispánskiy) proviene del L. Hispania, con lo que la e inicial no constituye ninguna novedad. En cuanto a espinaca, provendría del persa aspanaj.

Algunas palabras bigenéricas: aparte de el/la calor (con un cierto desprecio por la versión femenina). Cabe notarse que en francés chaleur es fem. Las ambigüedades a menudo son por la 3ª declinación latina, cuyas terminaciones son iguales para ambos géneros.) En francés está le lait, el leche. Curioso, también, es en alemán die Sonne, der Mond, la sol, el luna). Los mejicanos hablan de el radio, que en Argentina es fem., usándose aquí el radio para el elemento químico. Los argentinos tb. dicen el coliflor, pese a los diccs. y a que proviene de "flor." Tb. hay quienes dicen "el azúcar negra," construcción totalmente incongruente: azúcar es masc. "El" sin duda se usa antes de sustantivos fems. con A inicial, pero sólo cuando es acentuada. Así: el agua, el hada, pero la amada, la hamaca. el/la sartén, margen, mar. Más interesantes son el/la mañana; el/la caza; el/la papa; el/la rata; el/la banana; el/la trompa; el/la mota; el/la tilde; el/la parte; el Génesis, la génesis. Los dicc. dan apocalipsis como masc., y puede haber sucedido lo mismo que con "génesis," Lo cierto es que, en general, las pals. griegas terminadas en -is son fem. (crisis, hepatitis), y éste es el caso de apokálypsis, revelación. (Obsérvese también el desplazamiento del acento, debido a su pasaje por el latín, en que el grupo -ps- forzosamente trasladaba el acento a la sílaba inmediata anterior)

Verbos de distintas conjugaciones y otras palabras: asar, azar, asir, hacer, azor, azur; salar, salir; sentar, sentir; asentar, asentir; sumar, sumir; podar, poder; pocear, poseer; cavar, caber; sedar, ceder; vendar, vender; prendar, prender; desplazar, desplacer; empezar, empecer; vivar, vivir; segar, cegar, seguir, segur; tejar, tejer; fundar, fundir; mentar, mentir, mentor; salar, salir; parar, parir; morar, morir; visar, visir, visor; tallar, taller; paliar, palier; mujer, mugir; primar, primer, primor; haber, abur; tenar, tener, tenor; solar, soler; calar, calor; pasar, pacer; colar, color; señar, ceñir, señor; albar, albor; balar, valer, valor; -ar/-or: am-, clam-, rapt-, capt-, cant-, past-, gest-, tens-, cens-, pic-, rot-, sud-, desert--ar/-or; -er/-or: tem-, dol-, hed-, val-, sab--er/-or; hervir/or...

Terminados en s: asás, asaz, hacés, asís; fer-az/ -oz; parás/ -ís/ París; atr-ás/ -oz/ a tres; chap-ás/ -uz; ra-hez/ -és/ íz; haz/ hez/ es/ hoz; faz/ fez; vas/ ves/ bis/ vos/ voz; fesa/ fosa/ fusa; faso/ foso; tapás/ -iz; capaz, -ás/ -uz; tamiz/ Tammuz; perd-és/ iz; rem-ás/ -ís; dobl-ás/ -ez; esquiv-ás/ -ez; mord-az/ -és; sol-az/ -és/ Solís; voraz/ Borís (lleva el acento en la final. Parecido es Vladímir, tb. mal pronunciado en general); sal-az, -ás/ salís; matr-az/ -iz; lataz/ la tez/ la tos; etc.

Terminados en l: sin sal, sol/ cincel; tonal/ -el; col/ cal; calo/ kilo/ colo/ culo; cala/ cola; caracol, caracul; barral/ -il; panal/ -el; pañal/ -ol; canal/ -il; a sol/ azul; bozal/ -cel; tendal/ -el; mental/ -ol; tal/ tul; casual/ cazuela; capital/ -el; carral/ -il; pretal/ -il; dedal/ -il; viral/ -il/ -ola; misal/ -il/ mi sal, sol, sala, silo; papal/ -el; plantal/ -el; vital/ -el; aval/ Abel; textual/ -il; peral/ -ol [vasija]; oval/ ovil...

Terminados en n: batán/ -ón; patán/ -ín/ ón; Satán/ -én; Belén/ -ín/ velón; mantén/ -ón; betón/ -ún; harán/ -én; latín/ -ón; balín/ -ón; bulín/ -ón; galán/ -ón; Benjamín/ ven jamón; el masón/ almacén/ almuecín; mitín/ -ón; botín/ -ón; festín/ -ón; de cotén/ -ín; cojín/ -ón; chupín/ -ón; gabán/ Gabón...

Abreviaturas coloquiales: En el habla diaria se abrevian: ma; pa; mami; papi; bat/a, -ero (bater/ía, -ista); chanta(pufi); taca(ño— pdm); fanfa(rrón— pdm); mate(mática); (ator)rante [pdm]; (camba)lache [pdm]: tranqui(lo/a); radio(rreceptor, etc.); sardo (sargento); auto(móvil); (napoli)tano/a; trafo (transformador); maso (más o menos); facu(ltad); cachu(cha— órgano femenino— pu); tele(vi/sor, -sión); depre(sivo/a, -sión); presi(dente); (so)breto(do); depto; seño(rita— maestra de escuela); flía; sinte(tizador); dire(ctor/a); vice (varios); ofiche (oficial); cine(matógrafo); bici(cleta); disco(teca); micro(ómnibus); bolche(vique); cole(gio); profe(sor/a); combi(nado); poli(cía); moto(cicleta); foto(grafía); orto (de "hortelano"); colo(rado); mono (monaural); porno(gráfico); compu(tadora); uni(versidad, pu); funco/a/e; subte(rráneo); de prepo(tencia); sumbo, zumbo (suboficial); estéreo(fónico); masoca (masoquista); pato-, sico-, fisio- etc. (logía)...

Terminología estudiantil y juvenil: traga(r); bocho; gancho; olfa; mante/o, -ar; ratearse; machete(ar); poliladron;


Vesre:
Hay distintos métodos de formar palabras al vesre, como explicita José Gobello en su Diccionario Lunfardo, pero en la mayoría de los casos es por inversión de sílabas completas: troesma; de dorapa (de parado, de pie); jeropa (gr.); gomía; tordo (doctor, médico); llobaca; camba; ñoba; jetra; joraca; mionca; al dope; lope; rope; sope; troli de novi; broli; ofri; lorca; sobe; pelpa; bleca; feca; chele; vesre; gotán; timbo; talompa, lompa; grone (y su deriv. groncho); nami; ponja (japonés); garca(r); trompa; boncha; zapán; zabeca; jermu; ¿que te jedi?; bolonqui; dorima; colimba (de milico); goruta (de "tarugo," italiano); ¿qué sapa?; beyompa (pabellón); bramaje (mujeres <—brema, hembra); choma, chomita (mach(it)o); breca (cabrearse); celma (almacén); ciapoli (policía); codemi (médico); cocinero (cinco); cobani (abanico); piola (orig. <—limpio); colibriyo, colifato (<—colo, loco); condrepa (compadre); chogán; naesqui (esquina); sempio (pensión); tegenaite (gente); jovato, javie; fercha (chofer); garpar; ortiva (<—batidor); yoruga (uruguayo); viorsi (servicio, letrina); (pa)langa(na)...

Formas festivas: a menudo, aunque no siempre, se forman en base a nombres propios: baratieri (barato: Oreste Baratieri, general italiano); bolita (boliviano); chacabuco (achacado <—n. de una batalla); "¿Qué me contursi?" (de Pascual o José María Contursi, dos letristas de tango); escasany (escaso, de Casa Escasany, antigua joyería porteña); cayetano (callado); piantadini (piantao), musarela (callado, del it. "musa," ¡silencio!); canasta (cárcel <—cana <—vén. encaenar); "¿Qué talco?" "¿Cómo andamio?" "¿Qué panza?" "¿Qué acelga?" "Y las contestaciones, ya viejas y ajadas, "Aquí me ando, porque no sé lo q'hago," o "Cada vez más turbado"; hechiso (hecho en casa); invernizio (sobretodo, apell.); ladrillo (ladrón); locatelli (loco, apell.); palmieri (palmado, apell.); pereira (pera, mentón); servatana (sirvienta <—cerbatana); vagoneta (vago); yacumina (levita <—Giacumín, Joaquincito <—chaqueta); checonato (checo, vr. de "coche," <—apellido: Cecconato)...




(http://alasdairlean.com/posts/castellano-curiosidades)

Algunas curiosidades del idioma Castellano

por Alexis Márquez Rodríguez
Martes, 1 de julio de 2003

Por regla general, la gente piensa que el idioma es un sistema perfecto, basado en una lógica elemental, que pauta que las cosas se digan de una manera determinada, y no de otra. Muchas personas, posiblemente la mayoría, se muestran muy conservadoras en materia de lenguaje, aunque no lo sean en otros campos de la cultura y de la vida, en los cuales hasta pueden ser sinceramente revolucionarios. Ese sentido conservador los lleva a creer que el idioma es rígido, en cierto modo petrificado, no sujeto a cambios ni alteraciones. De ahí que les choque el uso de palabras nuevas, o de nuevos giros idiomáticos, distintos, y hasta supuestamente extraños o contrarios a aquellos a los que están acostumbrados. A esta legión pertenecen también los llamados puristas, que parten de la supuesta existencia de un modelo clásico de la lengua, que todos deben respetar y acatar sin salirse ni un milímetro de ese esquema modélico, para de ese modo conservar el idioma propio en su pureza original.
La vida nos enseña que no es así. El idioma tiene, en efecto, una base lógica, la misma que rige el pensamiento racional, y cuyo esquema fundamental es la conocida estructura sujeto/predicado propia de la frase u oración, como lo es también de las construcciones elementales del razonamiento. Pero, sin que se niegue o contradiga ese principio esencial del lenguaje, en el uso cotidiano de este se dan muchos casos en que aquella lógica se rompe, los esquemas básicos se alteran, y, sin embargo, en nada se afecta la doble función esencial del lenguaje, como es expresar, o sea, exteriorizar sentimientos e ideas, y comunicarse unas personas con otras.
Tampoco es cierto que exista ese modelo ideal de la lengua, cuya pureza debe preservarse a todo trance. Esto es particularmente notorio en un idioma como el Castellano, que por ser la lengua materna de una gran diversidad de pueblos y naciones, desparramados en más de un continente, es inevitable que se use de muy diversas maneras, pero siendo el mismo en todos los casos. El Castellano es el idioma propio de más de treinta pueblos o naciones, entre los que forman la parte hispánica del continente americano y las diversas comunidades nacionales y regionales que integran el Estado español, amén de algunas comunidades o agrupaciones situadas en otros lugares del mundo, la más numerosa residente en Estados Unidos, donde millones de habitantes tienen el Castellano como su lengua materna. Y si es así, ¿cuál es el modelo que debe seguir tanta gente al hablar o escribir en su idioma? Podría responderse que ese modelo es el Castellano que se habla en España. Pero entonces cabría preguntar de nuevo en cuál región de España: ¿en Madrid, donde dicen Madrís, voy a por vino o luogo en vez de luego? ¿O en Andalucía, donde pronuncian sordao, barcón y mardita sea tu arma, aunque saben, y así lo hacen, que se escribe con “l”? ¿O en Aragón, donde se dice, por ejemplo, marito en lugar de marido, y se construye pa yo, en lugar de para mi, y a tu en vez de a ti? Tampoco puede tenerse como modelo ninguna de las formas del habla castellana de América, pues habría que escoger cuál sería entre modalidades muy diversas, con importantes diferencias entre ellas, tanto fonéticas como lexicales, pues el Castellano tiene en cada uno de nuestros países rasgos característicos distintos de los que corresponden a los demás. No hay, pues, un modelo común que deba seguirse, y cuya pureza deba preservarse, que determine cuándo y dónde se habla bien o se habla mal el Castellano.
La ruptura de la lógica gramatical en la lengua común es más frecuente de lo que se cree. Don Andrés Bello, que en esto era muy sabio, en el Prólogo a su Gramática dice lo siguiente: “En el lenguaje lo convencional y arbitrario abraza mucho más de lo que comúnmente se piensa”.
En la estructura misma del Castellano, que en su mayor parte, por no decir que en su totalidad, nos viene como preciosa herencia del Latín, están ya presentes numerosos rasgos, igualmente heredados en su mayoría, en que no se cumplen las normas elementales de la lógica formal, lo cual, por cierto, genera problemas lingüísticos de suma importancia. Un ejemplo de esto lo hallamos en las llamadas irregularidades, sobre todo las del verbo. Desde su infancia, el hispanohablante tropieza con rarezas y dificultades, como que el participio pasivo del verbo decir sea dicho, y no decido, lo cual se complica aún más cuando se sabe que los verbos bendecir y maldecir, que son compuestos de decir, cuyo modelo siguen en la conjugación, tienen cada uno dos formas de participio, una regular y otra irregular: bendito y bendecido, maldito y maldecido. Y es necesario saber cuándo se emplea una forma y cuándo la otra. Pero, además, esto induce a preguntarnos por qué no se dice bendicho y maldicho en vez de bendito y maldito, que se supone sería lo lógico. Para que no se queden con la duda, diré que por regla general bendecido y maldecido se emplean en la formación de los tiempos compuestos: “lo ha bendecido la fortuna”, “lo ha maldecido una bruja”, y bendito y maldito cuando se usan como adjetivos: “agua bendita”, “libro maldito”.
Lo mismo hallamos en el verbo romper, cuyo participio debería ser rompido, pero es roto. Sin embargo, corromper, que es compuesto de romper, tiene dos participios, uno regular, corrompido, y otro irregular, corrupto, este último formado con ruptus, que es la raíz latina del castellano roto.
Algo parecido ocurre con el verbo imprimir, que tiene también dos participios pasivos: imprimido, que es regular, e impreso, que es irregular, y ambos se usan en diferentes casos, lo cual hay que tener en cuenta cuando se vayan a emplear.
En otro orden de ideas, siempre me ha llamado la atención que, en nuestro idioma, todos los nombres de vehículos o medios de transporte, de género masculino, den derivados de género femenino: carro / carreta; avión / avioneta; bus / buseta; patín / patineta; camión / camioneta; vagón / vagoneta; furgón / furgoneta; biciclo / bicicleta… Y aunque no es propiamente un medio de transporte, podría asimilarse al caso la derivación chanclo, chancleta. La lógica pareciera indicarnos que si el nombre de un vehículo o medio de transporte es masculino, masculinos deberían ser también los derivados del mismo.
Interesante es también el caso de un vocablo que tenga dos definiciones, contrarias entre sí. Tal ocurre con el vocablo huésped, que figura en el DRAE, en su primera acepción como la “Persona alojada en casa ajena”, y en la cuarta acepción como “Persona que aloja en su casa a otra”. Con lo que se da la curiosa paradoja de que dos individuos, el dueño de una casa y el extraño que se aloja en ella, sean recíprocamente huésped el uno del otro.
Una vez un lector de mi columna Con la lengua me preguntaba por qué a los profesionales de la Farmacia se les llama farmacéuticos, si a los profesionales del periodismo no se les llama periodísticos. Otro quería saber por qué el sustantivo hombre, empleado genéricamente designa hombre y mujer, mientras que el sustantivo mujer no se comporta en ningún caso de la misma manera. Y no creo que este último fenómeno pueda tener como explicación el simplismo de decir que la gramática es machista.
Es bien sabido que en Castellano se usa mucho el diminutivo, que posee una gran expresividad. Se supone que el diminutivo es un vocablo que disminuye el significado de otro del cual deriva: cosita es menos que cosa; perrito es menos que perro; ojitos es menos que ojos. Lo curioso es que, en algunos casos, el diminutivo no disminuye el significado de la palabra primitiva, sino que mas bien lo aumenta. En efecto, si decimos “Está clarito”, damos a entender que está más claro, y no menos claro. Y apuradito es más que apurado, y tempranito más que temprano. Hasta puede darse una gradación en cuanto a la dimensión de lo que se expresa, de modo que a más diminutivo, mayor grado de significación. Obsérvese, por ejemplo, la diferencia entre los adverbios cerca, cerquita y cerquitica. O entre ahora, ahorita y ahoritica. O entre chico, chiquito, chiquitico y chirriquitico.
Esta no es sino una ínfima muestra de algo que es muy común en nuestro idioma. Ahora bien, no se crea que todo eso es meramente caprichoso o arbitrario. Son curiosidades lingüísticas, por llamarlas de algún modo, pero todas tienen una explicación, en muchos casos demasiado técnica y compleja para quienes son ajenos a las ciencias del lenguaje. Y en todo caso, tales fenómenos deben atribuirse al extraordinario dinamismo y vivacidad del Castellano, uno de los idiomas modernos más flexibles, versátiles y vigorosos que existen hoy día. Lo cual lo hace también uno de los más difíciles de aprender, tanto para las personas de lengua materna extranjera, como para los propios hispanohablantes.



(http://www.analitica.com/va/sociedad/documentos/2783185.asp)

domingo, 27 de abril de 2008

4. Del Castellano al Español

La primera noticia que se tiene de la existencia de un dialecto castellano corresponde al siglo X. Era al principio sólo el dialecto que se hablaba en unos valles al Nordeste de Burgos, lindantes con la región cantábrica y vasca.
¿Cómo creció desde su humilde cuna hasta llegar a ser una de las grandes lenguas del mundo? La situación de aquella primera Castilla, tierra de fortalezas, línea defensiva de los reyes de León, expuesta constantemente al peligro enemigo moro, constituida por gentes que no se sentían ligadas a una tradiciónm romano-visigoda, dió a los castellanos un espíritu revolucionario, que se reflejó en su política, costumbres y lenguaje.
El dialecto castellano presentaba una personalidad muy marcada frente a los otros dialectos peninsulares. Se formaba en una zona más débilmente romanizada que los otros, y por eso estaba más vivo en el recuerdo de viejas lenguas.
Mientras en el romance de otras regiones pesaba una fuerte romanización, en el castellano, que nacía en una tierra agreste y malamente comunicada, no se sentía ligada a ninguna regla ni tradición que perjudicara su evolución. Esta es la explicación de sus innovadoras características frente a otros dialectos.
A medida que Castilla aumentaba su poder político y la Reconquista avanzaba, el castellano se enriqueció con numerosos vocablos. Esto debió ocurrir sobre todo con el mozárabe, vía de penetración del ingrediente de originalidad del castellano frente a los idiomas rómanicos de fuera: el arabismo.
La presencia en la Península de los musulmanes durante más de ocho siglos había de dejar necesariamente la huella de su lengua. El mayor peso de la influencia árabe debió darse en los primeros siglos de dominación cuando su cultura era increiblemente superior a la pobrísima de los reinos cristianos. Todavía hoy, numerosas palabras del árabe dan a nuestra lengua un matiz exótico. Se ha calculado en un 8% el total de arabismos en nuestra lengua.
De este se deduce la doble acción llevada a cabo por el castellano:
1º. Acción disgregadora: presentaba muchísimas particularidades que producían una desigualdad con los demás romances.
2º. Acción integradora: adaptaba a su caudal léxico vocablos procedentes de otras lenguas a las que se sobreponía.
Esto era consecuencia del desarrollo de Castilla como potencia política. Pero la consecuencia más importante fue la creación de una "forma literaria" del castellano, transformndo éste dialecto en una verdadera lengua.
Este cambio puede fecharse en el s.XIII. Hasta entonces sólo existían los cantares de gesta -el Cantar del Mio Cid- difundida en una lengua que buscaba una unidad, ya que estos cantares se difundían por todas las regiones. Este lenguaje de los cantares de gesta fue el primer paso hacia el establecimiento del castellano.
Pero el momento decisivo de la unificación y fijación del castellano llega en el reinado de Alfonso X el Sabio. Las obras literarias y científicas concebidas en su corte eran de caracter culto, pero en lugar de ser difundidas en latín, se difundieron en castellano.
El hecho de utilizar el castellano como lengua culta, llevaba consigo un enriquecimiento en el vocabulario y en los medios para expresarse. A partir de aquí el castellano ya era un instrumento útil de expresividad como lo demuestran los dos siglos posteriores y una obra cumbre: La Celestina (1499).
Por ésta misma época (descubrimiento de Ámerica), Antonio de Nebrija había escrito ya la primera gramática del castellano (1492).
Por estos años también se toma español como sinónimo de castellano. Y, en efecto, fueron muchos los escritores no españoles que utilizaron el español en sus obras.
En el s.XVI y siguiente, se produce una de las cumbres literarias del español. Son los años de los grandes clásicos: Garcilaso de la Vega," el Lazarillo de Tormes ", San Juan de la Cruz, Cervantes, Lope de Vega, Góngora y Quevedo.
Los siglos posteriores han dado al español valores literarios comparables a los clásicos.
Hoy, la lengua española es hablada por cientos de millones de personas. Corre el riesgo de fragmentarse en varios brazos. Si así fuese se repetiría el mismo ciclo que con el latín, pero la unidad entre los distintos países, es decir, un desarrollo serio, aseguran la supervivencia del español.

3. El nacimiento del Romance

En ninguna lengua habla igual el nacido en una región que en otra, ni un hombre culto habla igual que un analfabeto, ni tampoco se habla igual que se escribe.
Estas diferencias son más notables en unas lenguas que en otras. Y en el latín eran mayores que lo son en el español de hoy. Se llama latín vulgar la forma hablada por el pueblo de Roma y de las diversas provincias y colonias. Y es este latín, y no el usado por los escritores -latín clásico-, el que fue evolucionando poco a poco en todos esos territorios hasta llegar a las actuales lenguas románicas.
Pero el latín vulgar presentaba modalidades distintas según los lugares. La fecha del comienzo de la conquista de un territorio determinaba que en su lengua tuviese rasgos más arcaicos, o más modernos. Otro factor influyente era la procedencia de una región u otra itálica que predominase en los soldados que ocupaban el país. Otro era la mayor o menor distancia, la mejor o peoor comunicacion con la metrópoli. Otro era, naturalmente, la lengua nativa de los habitantes sometidos, que introducían algunos de sus hábitos de pronunciación y parte de su vocabulario en el latín que ellos hablaban.
Pero al llegar el s.V, la invasión de todas las provincias romanas de Occidente por los pueblos germánicos, aisló cada provincia de las demás y fue tomando más fuerza el latín hablado en cada una de ellas.
De todos modos, en los lugares dónde más influencia habían tomado la lengua y la civilización latina, fueron éstas abarazadas por los conquistadores. Hispania fue uno de los sitios dónde ocurrió esto. El pueblo germánico que más fijamente se afincó en las Península, los visigodos, aunque no abandonó muchas de sus costumbres, se romanizó bastante, sobre todo a partir de su conversión al catolicismo.
Pero esta mezcla de dos culturas tampoco se pudo realizar sin la marca germánica en el idioma.
Por otra parte también era inevitable que los hispano-romanos adquiriesen, no sólo usos nuevos, sino también voces nuevas. En realidad, ya antes de las invasiones del s.V el latín general del Imperio había tomado de los germanos algunas palabras que aun viven en las lenguas románicas. A ellas se unieron en la Península otras en la época de los visigodos.
Durante la época visigoda se inició en Hispania el crecimiento del vulgarismo en el latín hablado en ella, como consecuencia de los dos factores que favorecieron en toda la Europa romana invadida por los germanos: descenso de nivel cultural y aislamiento. Pero no sólo se produce una evolución respecto al latín clásico, sino que sigue diferentes caminos según las regiones. A partir de ahora se puede hablar de la existencia de unos dialectos del latín hispánico. Es el nacimiento de las lenguas romances de la Península.
Sin embargo hasta pasados varios siglos no se aclaran suficientemente los distintos dialectos. Alrededor del año 95O, dos tercios de la Península están en poder de los musulmanes. En todo Al Andalus la lengua oficial de los dominadores, el árabe, hablan su latín vulgar. Como estos hispanos que habitaban en territorio árabe se llamaban mozárabes, mozárabe es el nombre que se da tambíen a su lengua. En ella están redactados los primeros textos literarios en lengua romance: las jarchas.
El mozárabe, fue desaparenciendo poco a poco a medida que sus hablantes, al avanzar la Reconquista, eran incorporados a los reinos cristianos del Norte y adoptaban su lengua, que eran otros romances.
Los romances avanzaron hacia el Sur a medida que los territorios se expandían. Uno de estos romances será el que dará lugar al Castellano.
El Castellano, el dialecto de un pequeño rincón de la frontera oriental del reino leonés, zona militar batida por los asltos de los musulmanes, empezó siendo un bárbaro lenguaje que motivaba las risas de los cortesanos de León. Castilla, primero condado dependiente de los reyes leoneses, después estrado soberano, asumió la iniciativa de la Reconquista en la Meseta y acabó sometiéndose politicamente a León. El dinamismo castellano no sólo avanzó hacia el Sur musulmán, sino que desplegó su influencia sobre el Oeste y el Este cristianos.

2. El Latín, nuestro idioma

En el año 218 a. C. desembarcó en Ampurias un ejército romano que venía a combatir contra los cartagineses, en la guerra que la ciudad de Roma sostenía contra éstos. Así comenzó una dominación que había de durar más de seis siglos.
Hispania fue declarada en seguida provinicia romana, y sus conquistadores, dotados de gran sentido práctico y talento organizador, fueron colonizando la mayor parte del territorio y explotando sus recursos humanos y naturales. Los hispanos, que se vieron obligados a incorporarse al modo de vida implantado por los romanos, hubieron de aprender, entre otras muchas cosas, el idioma de éstos. Aunque las viejas lenguas prolongaron su vida en algunos lugares durante muchos años (como el euskera), fueron poco a poco replegándose ante las ventajas que ofrecía el uso de una lengua oficial común, que a la vez era indispensable para la relación con los dominadores.
¿Qué lengua hablaban los romanos? Como la ciudad de Roma está situada en la región del Latium -que fue al primera frontera de la expansión romamana-, su lengua se ha llamado latina.
El latín es una de las lenguas itálicas, grupo de lenguas hermanas habladas en la península de este nombre unos siglos antes de Cristo, variedades de una lengua anterior, el itálico, la cual sólo conocemos a través de sus hijas. El itálico, a su vez, era una rama del antiquísimo tronco indoeuropeo. Todo lo que sabemos de la lengua indoeuropea es tambíen a través de sus descendientes: se conoce su existencia -que hubo de ser en época muy remota, anterior a los milenios a la invención de la escritura- por las numerosas semejanzas que se descubren en una serie de lenguas aparentemente muy distintas y hoy muy alejadas entre sí geográficamente, semejanzas que sólo son explicables suponiendo un origen común. Así se sabe que, al lado del latín -con toda su descendencia- y las otras lenguas itálicas, son indoeuropeas las lenguas célticas -tanto las que se hablaron en Hispania prerromana como las que hoy perviven en las Islas Británicas-, el griego, el albanés las lenguas germánicas, y las eslavas. Casi todas las lenguas de Europa pertenecen, pues, como el latín, a la familia indoeuropea.
Dentro de este árbol genealógico, el latín tuvo un destino muy singular. Empezó siendo la lengua de una comarca en el centro de la Península Itálica y llegó a ser, tras la expansión del poderío romano, la lengua del mayor imperio conocido en la antigüedad.
Hoy el latín vive, bajo distintas formas de evolución, en Portugal, en España, en Francia, en Bélgica, en los extensos territorios adonde lo llevoron los españoles, los portugueses y los franceses.
Un hecho religioso importante, el establecimiento de los pontífices cristianos en la ciudad de Roma, dió lugar a una larga pervivencia del idioma del Imperio Romano -desde el s.III hasta nuestros días- como lengua universal de la Iglesia católica.
También , la lengua latina alcanzó un gran nivel literario bajo el influjo que la gran culturaq griega ejerció sobre las clases letradas de Roma, y sirvió como vehículo a una importante producción científica. Como consecuenmcia de esto, mucho después de la desaparición del Imperio romano, una larga época de la cultura moderna -del s.XV al XVIII-, recuperado el latín y las obras maestras de la poesia y del saber antiguo en él escritas, revitalizó el estudio de este idioma y su cultivo, que ya venía de la Edad Media, como lengua universitaria y científica.
Pero esta vida del latín como lengua de la ciencia y como lengua eclesiástica es completamente artificial, a diferencia de la verdadera continuación que son las lenguas neolatinas, es decir, las "nuevas lenguas latinas", que también se llaman románicas o romances, y son : el francés, el provenzal, el italiano, el retrorrománico o romanche y el rumano, además de las lenguas que ahora se hablan en la Península Ibérica (a excepción del euskera).